Publicamos el texto íntegro de Andrés.. palabras referentes a su vinculación con el Casal de la Pau , con la batukada, con las personas y con la vida.. :
Es evidente que el horizonte de Andrés no era sólo el Casal de la Pau; es posible incluso que algunas veces viviera el Casal con desapego, como la señal de una frustración irritante. Todo eso es posible. Pero desde hace veintitantos años el Casal de la Pau ha estado permanentemente en su horizonte. Y como muestra un botón. Cuando el Casal de la Pau celebró su X aniversario de su actual sede, Andrés escribía de la nueva situación:
[i]“el actual Casal de la Pau me parece importante pues creo que con este proyecto, ha mejorado el objetivo que se planteó desde el origen la Asociación, que es atender a personas en situación de exclusión social. Ahora se disfruta de más recursos y medios que, en cierta manera, benefician a estas personas. En un mundo ideal no tendrían que existir este tipo de organizaciones. Pero lo que pesa es la realidad y en ella vivimos. Las ilusiones y utopías me sirven como motor para no desilusionarme ante este áspero mundo que es la cárcel y lo que ella genera; a veces una cadena perpetua aunque estés fuera de sus muros, pues las secuelas de estar tantos años privado de libertad, en ocasiones, de dignidad y estigmatizado en la mayoría de casos alarga la condena hasta el final de la vida y no hay sentencia cumplida que pueda evitarlo. Quiero creer que al menos aliviamos estas dramáticas circunstancias. A mí, esa comprensión me llega a través de la experiencia que me brinda el pertenecer a ese grupo de voluntarios y la oportunidad de trabajar juntos. Grupo, aunque heterogéneo, con un algo en común: el amor a las personas y su libertad.”[/i]
Nosotros no queremos revestir con palabras rimbombantes lo que fue su relación con el Casal de la Pau, pero sabemos que él entendía muy bien lo que es el Casal y se sentía implicado. Por eso en la posdata de una carta, despedida a un amigo de los del Casal que acababa de morir, decía:
Asegúrate, cuando llegues, de que todos están bien y diles que de momento, nos quedamos todavía aquí, pues hay que seguir luchando por nosotros y por los que lo necesitan. Al fin y al cabo, nada ha terminado; sólo hemos cogido el relevo en esta carrera que es la vida…
Y en esa misma carta decía lo que yo quiero ahora hacer mío:
[i]Escribo esta carta como despedida… // … ahora vas a emprender un viaje cuyo precio está tasado por el dolor y la pena… Pero estoy seguro que nunca te ha gustado que la aflicción oscurezca nuestros rostros y sé que eres más partidario de ver sonrisas. Quiero que sepas que siempre me he sentido orgulloso de tenerte por amigo, un amigo en quien he podido apoyarme en los momentos que mis ánimos se encontraban sin fuerzas, mi corazón estaba herido o mi mente confusa…
Es difícil decir para siempre; nos quedan los momentos convividos que daban sentido a nuestras vidas; nos queda el fruto, dulce y a veces no tan dulce, de este tiempo vivido. Podría inundarme de pasado, pero no lo deseo…
Hasta el final has luchado por estar con nosotros. Te deseo el mejor de los viajes y, si tu cuerpo y mente nos ha sido arrebatado por un cruel destino, te aseguro que no hay fuerza en el mundo que pueda evitar que un espíritu querido como el tuyo viva en nosotros hasta la hora que tengamos que emprender nuestro viaje. “[/i]
Para alguien que temía como la peste el que se le pudiera confundir con una cierta religiosidad –beatería feixista, repetía-, que declaraba su distancia respecto a la iglesia casi como un recurso de autoprotección, tomar la iniciativa de hacer su homenaje a Don Sebas, es una afirmación de dignidad personal y valentía. En su homenaje escribía:
Decir adiós es siempre doloroso. Pero después de esa tormenta de tristeza, esto es lo que alimenta mi vida: conocer a alguien que te enseña otra manera de ver la vida. Ser humilde, Ser comprensivo, Ser solidario, Ser fuerte, Ser alegre, Ser humano.
Creo que allá donde estés, seguirás cuidando de nosotros como lo hiciste durante tanto tiempo en el Casal de la Pau. Hay que despedirse y, en la memoria, te recordaremos con ternura.
Con cariño, adiós[/i]
Y firmaba Andrés.
Año tras año, Andrés estaba en la trastienda de ese Casal que se desplaza a Arteas a recibir la pasqua. En una de sus crónicas en la revista del Casal de la Pau, escribía:
[i]Otro año más, el viaje a Arteas. De entrada lo único que tenemos claro es el inicio de la aventura. Como grupo nos une el propósito de compartir un espacio y unos momentos. Cabe la posibilidad de que lo vivido tome la fuerza de una experiencia imborrable de aquellas que alimentan el pensamiento perpetuo y nos acompañan a lo largo de nuestra vida.
Escuchas a quien te cuenta su dolor, sus ilusiones que reverdecen en futuro aún posible o simplemente compartes los juegos de palabras como entretenimiento. Días de compartir, sabiendo que esto no es una burbuja donde esconderse del mundo, sino un respiro para seguir adelante en nuestros caminos personales de soledad unas veces y otras de coincidencias en las vivencias que son los materiales que van señalando el viaje de nuestra vida.
Y cerraba su crónica con un deseo mínimo:
Ya casi acabada la reseña, se me ha ocurrido repasar la última que hice, la del año pasado, y me ha sorprendido comprobar que tenía el mismo comienzo. “otro año más…”, y creo que mi deseo, pase lo que pase, es poder empezar el año que viene otra hoja en blanco con las mismas palabras de “OTRO AÑO MÁS”.
Quería vivir; Andrés quería vivir. Quería vivir por sus hijos a los que quería más que nada en el mundo. A veces lo decía: mis hijos me han salvado. Y eso era evidente. Quería vivir porque era una persona siempre metida en planes. Quería vivir porque necesitaba ver que este mundo podía cambiar. Hablando de Marro, otro de los emblemas del Casal de la Pau, no hace tanto Andrés escribía:
Pero quiero hablaros del Marro. Mi aportación al evento consiste en hacer presente la figura de una persona que, al igual que yo, ha tenido una relación permanente con el Casal de la Pau, y ya no se encuentra entre nosotros. En cierto modo Marro es un poco representante de aquel grupo de personas que años atrás conocimos la labor de la Asociación primero como beneficiarios, y más tarde como colaboradores o trabajando con ella. Y me gustaría resaltar que, la filosofía y el espíritu de la Asociación, al margen de estatutos y discursos, son una realidad que, como Teruel, “existe”. Estos valores se han ido formando a través de años; y yo mismo, en cierta manera, me impregné de ellos al tener la suerte de conocer a Marro y a otras personas que, como él, definían una posición ante lo que se considera injusto: el trato que se da a quien, después de pasar por la cárcel, no tiene ni pasado ni futuro, y es sólo un ejemplo disuasorio y un negocio en beneficio de una sociedad que, curiosamente, genera este modelo de represión que es espejo de ella misma. Por este motivo, conocer a Marro y a la Asociación, me hizo sentir que no todo es una maquinaria político-social que aplasta a aquellos que no tienen tiempo de esquivarla y pude dar el paso por el que dejas de ser una etiqueta y recuperas tu condición de persona. Y así marcó parte de lo que hoy en día conforma mi filosofía y mi espíritu en lo concerniente a la relación con el Casal de la Pau.
Y esa transformación hoy la analizo y me hace sentir bien. Y agradezco que Marro, en su sencillez, me mostrara su calidad y condición de compañero y amigo, pues me ayudó saber que puedes contar con alguien; alguien a quien no le da miedo equivocarse y decir lo que piensa y siente. Desde su frágil y enjuto cuerpo, emanaba una fuerza y voluntad admirable y esa capacidad de superación que utilizó para mejorar y compartir los logros conseguidos con aquellos que te rodean.
Sus fotos, sus poemas, sus charlas, sus incisivos comentarios, esa sinceridad sobrevalorada en nuestra actual sociedad, su alegría y mal genio que nacía de la desazón de lo injusto y ese montón de momentos vividos que ahora dan la sensación que son pocos y me perdí. Pero imagino que esta es una fase que todos vivimos cuando desaparece alguien que es un referente en tu vida y no te das cuenta hasta el momento que ya no está.
Sólo darte las gracias por haberte conocido; hasta siempre Marro.
Andrés[/i]
Y yo digo:
Andrés. Sólo darte las gracias por haberte conocido.
He empezado diciendo que el Casal no era su único horizonte. Con emoción hablaba Andrés de la batukada.
[i]Ya ha pasado mucho tiempo desde que llegó a Nazaret aquel joven que portaba en su equipaje una situación desalentadora, con heridas todavía sangrantes y a las que se fueron sumando otras que a lo largo de mi vida han ido formando lo que ahora soy.
Me gustaría decir que aquello es pasado y que forma parte del olvido donde aparcamos todo aquello que nos produce dolor. Pero está ahí; los paisajes se van transformando, aquella Casa al lado de la playa, ahora derruida por ese progreso engañoso que beneficia siempre a los mismos y deja en la cuneta a los desposeídos, agresiones que este barrio relegado va sufriendo continuamente. Lo vivido permanece en nuestra memoria y no se debe enterrar; ¿cómo se puede pretender enterrar a un barrio porque no es beneficioso para esta sociedad que valora lo material por encima de las personas?
Cuento todo esto para situarnos en el tiempo; pero no es mi intención hacer una crónica dramática de aquellos tiempos. Es cierto que esos periodos, de alguna manera, los llevamos tatuados en el alma y aunque la marca se tapa, es persistente.
Pero ahora cada vez que me acerco a Nazaret es para vivir una experiencia que, sea por providencia o por destino, disfruto desde hace cerca de dos años. Tengo la suerte de formar parte de la batukada. Y cada viernes coincidimos un grupo de personas que, a fuerza de ritmos unas veces más estridentes y otras tan armónicos que nosotros mismos nos vemos gratamente sorprendidos.
Y digo que, en esos ensayos, he aprendido a sentir de nuevo el lazo que me une a este barrio. Me he sentido acogido desde el primer momento, siento como propios los objetivos del grupo – participar en las acciones reivindicativas que a lo largo del año se celebran-, me ha dado la oportunidad de reafirmarme y participar en las manifestaciones que, de alguna manera, consiguen que se oiga la voz de aquellos que todavía pensamos que siempre se puede cambiar algo injusto, o al menos declarar que no se está de acuerdo en muchas de las decisiones que en nuestro nombre toman esa raza tan especial que son los políticos (y que, personalmente pienso, deberían de estar en un parque protegido, para que el daño que provocan fuera mínimo, pero ese es otro tema)
Retomando mi historia, creo que esta experiencia me aporta cosas positivas: compartir con un grupo tan heterogéneo sudores, risas, dolores musculares; ver como va trabajando su paciencia el chaval que nos dirige, reforzar la tolerancia en mi mismo. Creo que aunque sea sólo por el mero hecho de llevar un poco de alegría, ruido o presencia allá donde vamos o nos llaman, vale la pena el esfuerzo de estar cada viernes en Nazaret.
Vull acabar la meua intervención fent pròpia la nota d’ urgencia que publicarà la revista del Casal:
Esta nota d’ urgencia és un reconeiximent que més endavant farem per convertir en un homenatge a Andrés que considerem merescut.
Andrés era un dels responsables màxims de la Nostra revista. Convocaba les reunions de l’ equip de redacción, redactava articles i cròniques, recordava a altres els seus compromisos amb la revista, feia d’ intermediaria mb la imprenta quan calia etc etc.
Andrés era una persona exigent i de gran fidelitat; als fills en primer terme, a la familia, als amics i a les moltes causes que havia fet seues. Ara li diem adéu; un adéu emotiu i cordial, com ell era.
Però voldríem que estes notes tan mínimes foren també manifestación del nostre compromís amb els seus fills i amb la mare del seus fills. Ells, que encara són uns xiquets, han de saber que poden comptar amb el Casal de la Pau i amb tots els amics d’ Andrés. Poden considerar-nos una colla d’ amics, majors però atents i compromessos, amb els quals ells han de saber que poden contar quan ens necesiten. És el nostre compromís. Estem segurs que esta manifestación és la que més tranquil.litat li hauria donat a Andrés.
PER A ANDREU
Tenia un cos generós, un cos pictòric,
enorme, exponerós, alt i ferm com un hemisferi.
Havia patit tant i havia desitjat tant
que tot podia comprendre-ho,
I la meua mà tocant-te ho abastava tot,
si ho tingués a mà per fer-ho.
Sols mirant-te els ulls,
sabia que hi havia un munt de mons
salvatges per explorar al darrere;
que era sols fer un pas endavant
i ja ho tindriem, com una estora volant,
una rapsòdia fugaç, una flor rara.
I la vida en mi va fer un cicle total,
em capgirà l’esquena.
I he viscut molt rapid.
Com viuen els ocells,
a ran de l’ aire.
Fins a l’ ultim.
15-01-2011
video homenaje a Andrés de la batukada s' ambalà
http://www.youtube.com/watch?v=hhDfECUBxGk
hasta siempre¡¡